16 agosto 2017

Empatía.


Cuando alguien te hace partícipe de sus pasiones, te está demostrando que te aprecia. Aunque sea en mayor o menor grado, confía en ti y quiere que vuestra relación (sea del tipo que sea) crezca un poco más compartiendo un pedacito de sí mismo contigo.

Cuando alguien te cuenta, con los ojos brillantes y la sonrisa desmedida, lo muchísimo que le gusta un grupo de música, un escritor, una serie de televisión o ese escultor de arte moderno que conoció de Erasmus en Berlín, en realidad lo que está haciendo es mostrarse vulnerable ante ti. Hay que ser muy valiente y confiar mucho en los demás para confesar tu afición a coleccionar las pegatinas de los kiwis o a bailar polka los sábados, y más cuando eres consciente de que lo más probable es que la otra persona no entienda nada y no sepa valorarlo como tú.

Pero sí. Cuando alguien se abre contigo y se pasa media hora explicando con todo lujo de detalles lo que le hace chundachunda en la patata es debido a que te aprecia. 
Y si tú ante su despliegue de emoción lo único que haces es pasar olímpicamente o, lo que es peor, decir cosas como "pues menuda puta mierda", te mereces la más agónica de las soledades porque tienes la misma empatía que un chumbo y porque, en resumen,  eres un miserable.

13 agosto 2017

La maldición del Kanka

Juan Gómez Canca, conocido artísticamente como El Kanka. Malagueño del 82. Músico, compositor y cantautor. Un crack.
Soy flan suya desde más o menos 2014, o sea, bastante nueva, pero debo decir que hasta entonces tampoco era muy conocido más allá de algunos garitos íntimos de mi tierra.
Lo escuché por primera vez de rebote, casi por casualidad, y me encantó esa filosofía optimista tan suya de la vida en la que el placer le reconforta y el dolor le fortalece. Ese disfruto de lo que viene, encontrándome tan feliz, tan despreciable.

La cuestión es que nunca lo había visto en directo hasta que el año pasado me enteré de que actuaba en mi chiringuito favorito de Zahara de los Atunes, el pueblo donde mi familia veranea desde hace años. Y me vine arriba, claro, y traté de que mi fin de semana largo libre en el curro coincidiera con su actuación para poder verle. Una semana antes de ir ya estaba yo aprendiéndome todas sus canciones en youtube, bailando sus temazos por las esquinas (a dieta de dietas) y poniendo sus rumbas románticas a mis estudiantes en clase, para expandir su arte internacionalmente.
Llegó el jueves marcado de morado en el calendario y ale, corriendo pa Zahara dando saltos cual Bambi extasiado.
Y llego allí y no sé qué pasó que tuvieron que posponer la actuación por motivos de fuerza mayor (igual estaba indispuesto el muchacho de tanto pescaíto) hasta el finde siguiente, y me cambiaron el concierto por los Aslándticos, que no están mal pero los tengo ya más vistos que mi ombligo, que ya es decir.
AL CARAJO EL KANKA.


Año 2017. Agosto. Me entero de que el sábado 12, noche de Perseidas, el Kanka actúa en el Muelle 1 de mi ciudad. Concierto preciosísimo oliendo a mar y a jazmín y encima gratis. Que si hay que pagar se paga, eh, pero. Me vengo arriba, claro. Me paso toda la semana pensando en esa noche, haciendo planes y volviendo a poner las listas de Spotify con sus discos en bucle. Sería un finde redondo: el viernes a medianoche vería los fuegos artificiales de inicio de la feria desde la playa, el sábado pasaría el día en la piscina y por la noche iría a cenar por el puerto y después al concierto. 


Llega el viernes por la tarde-noche, víspera del Kanka y primer día de feria, y me caigo por las escaleras de la escuela. Como soy medio norteña yo me dije... nah, esto es un golpecito, en nada se me pasa el dolor, y seguí dándolo todo en  una clase de salsa con posteriores saltos de karaoke. Acaba mi jornada laboral, me voy a tomar algo tranquilo al parque con mi vasco favorito y sus colegas y observo algo ofuscada como mi pie empieza a mutar en un ser del mal amoratado y henchido de gozo que no me permitía ni levantarme de la silla sin agonizar.  Era oficial: me había hecho un esguince. 
Corriendo para urgencias. Al dolor del tobillo le unimos que no había comido nada desde el mediodía, y tenía la tensión tan baja que no podía mantenerme en pie ni 2 minutos. Lo de corriendo es un decir: tardamos en llegar al coche más o menos 15 minutos, porque tenía que irme sentando por doquier. 
Llegamos al hospital y nada más verme me dan una silla de ruedas (niña, estás amarilla), y yo entre estertores de muerte sólo podía pensar en si saldría a tiempo para ver los fuegos artificiales, aunque fuera de lejos.

Se confirmaron mis temores: era un esguince muy bonito. Pero no te preocupes, princesa, que esto te lo vendo y en unos días estás como nueva. Pero cómo que unos días: yo mañana tengo que ir a ver al Kanka.
Que no, Bea. Que reposo absoluto y drogas. Que yo esto te lo vendo muy bien, pones el pie en alto y la semana que viene ya veremos.
EA. AL KARAJO EL KANKA, 2.

Y encima con recochineo, que justo al salir del hospital escuché los fuegos artificiales, a lo lejos. 


Yo creo que alguien me ha echao mal de ojo o algo, pero esto ya me está tocando el rizo. ¿Me he caído por casualidad, o porque estaba destinada a no ir al concierto? Plataforma para que el Kanka dé un concierto privado en casa de la Rizos ya; que alguien vaya creando el change.org .


En fin, que sigo viva aunque escriba poco. Espero que vuestro verano esté siendo infinitamente mejor que el mío y que hayáis podido ir a todos los conciertos del mundo.


Menos mal que tengo a Nico para cuidarme.