28 marzo 2016

All by myself


El día en que pierdes el miedo a hacer cosas tú solo tu vida cambia para mejor.

Yo lo perdí hace pocos años. Lo reconozco: hasta los 32 años he sido muy dependiente de los demás para casi todo. Es un miedo irracional a que te vean por ahí, caminando sola, y se piensen que no tienes amigos o que nadie te quiere o que eres viuda o whatever. El maldito qué dirán. Por su culpa me he quedado muchas veces sin ver películas en el cine porque nadie quería ir conmigo, o sin ir a algún concierto porque a nadie más le gustaba ese grupo. 

Pero ya no. Desde que sobrepasé los treinta y me convertí oficialmente en una señora de mediana edad, ya me da igual la vida.

La primera vez que vas al cine solo es extraño: te crees que todos te miran y cuchichean y se compadecen, como si ir a ver una película sin nadie a tu lado fuese algo malo. Qué maldito lastre ese, qué dañino. 
Luego te sientas, apagan las luces, te relajas y piensas que bueno... que tampoco está tan mal. Puedes reír a carcajadas o llorar si te emocionas sin que nadie se cachondee de ti, comerte todas las palomitas, beberte toda la cocacola, disfrutar del silencio, de la tranquilidad, de ver la película sin distracciones. 

Tras el cine decides que vas a ir a ese concierto, vaya alguien contigo o no. Y luego vienen los paseos por la playa, los gintonics en tu bar favorito, las tardes de sofá-manta-gato, los viajes. Ya no hay vuelta atrás: te has enamorado de tus momentos de soledad y has aprendido a disfrutarlos tanto o más como aquellos que compartes con los tuyos. Y aprendes a administrar tu tiempo: unos días con tus amigos y otros para ti. ¿Que se te cae algún plan? Ya no entras en pánico: te lo montas a tu aire. Y te importa un carajo si te miran por la calle, (te voy a decir un secreto: nadie te controla) si suena raro que no te apetezca salir o si te sientas sola en el cine.
Que te digo yo que es una liberación, porque ya no tienes límites.


Así como anécdota os contaré que este San Valentín me fui al cine, sola, a ver Mejor Solteras.  ¿Se cachondearon de mí mis colegas? SÍ. 

¿Me importó? 




21 marzo 2016

Feliz cumpletweet


Hoy los de Twitter me han mandado un email diciendo que la red social del pollo azul cumple 10 años. Yo llevo lanzando tweets a la red uno menos, (nueve, si no recuerdo mal) y lo cierto es que son los suficientes como para asegurar que Twitter forma ya parte de mi vida. Y que me encanta, por cierto.

Aún recuerdo cómo me desconcertaba al principio eso de que me preguntasen qué estaba haciendo, y me desorino leyendo mis primeros tweets: "aquí, haciéndome un bocatatortilla", "tengo frío y me estoy meando". 

Mucho ha llovido desde entonces, y lo que en sus comienzos era una red social más fue evolucionando hasta convertirse en un imprescindible en mi día a día. No sólo por la inmediatez o su frescura, que también, sino por la gente. Lo más maravilloso de Twitter es poder seguir a quien te dé la gana sin necesidad de ser amigos o de que te sigan a ti, con lo que puedes seleccionar al máximo la información que deseas que aparezca en tu TL. No es necesario aguantar las chorradas de tu jefe si no te apetece. Ni a tu suegra. Ni a esa amiga envidiosa que en facebook se pasa el día criticando tus fotos. 

Yo he tenido mucha suerte (y mucho ojo siguiendo, también) porque a todos los que leo en Twitter son gente de bien. Gente inteligente, divertida, auténtica. Me animáis las mañanas de camino al curro, y cualquier día de mierda es menos horrible cuando voy a decir alguna chorrada en 140 caracteres y me lo respondéis con vuestro peculiar sentido del humor. Es como llevar a los colegas a mi lado todo el día, en cualquier momento. Y eso mola mil. Millones.

Como te digo una co te digo una o: hay que ser un poco nazi del block y del unfollow, también. Yo no sigo a nadie por compromiso, y cuando alguien que al principio me interesaba empieza a tuitear cosas que ya no me interesan, dejo de seguir. Es la única forma de que Twitter funcione como tiene que funcionar. No es nada personal ni significa que me caigan mal o que piense que sean imbéciles; simplemente no me interesa. Ya que yo no leo libros que no me interesan ni veo películas que no me gustan, no entiendo por qué tendría que tragarme los tweets de gente que no habla de temas que me gusten. 

Por eso también veo correcto cuando me dejan de seguir a mí. Completamente comprensible y respetable 100%: sé que mis chorradas sobre Eurovisión, la comida basura o mis modelitos nuevos son sólo bien aceptados por la élite del pavismo. 

En fin, que no me enrollo más. Que yo aquí venía a felicitar a Twitter por su cumple y, de paso, a hacer publi de mi perfil, por si aún no me seguís y os apetece... pese a todo xDD
No os prometo un follow back, pero sí un saludo :)


Mi Twitter



¡Un besote y feliz Santa Semana!

05 marzo 2016

La perfecta ex.


Yo debo ser una novia horrible. A mis 34 años he tenido algunas relaciones estables que siempre terminaron en fracaso, y debo decir que a pesar de ser buena amante, mejor persona, la mayoría de las veces el drama sucedió por mi culpa. Me ha costado muchas lágrimas y muchos momentos de reflexión y autocrítica el asumirlo, no creáis. Es duro reconocer que yo para esto del amor no sirvo como la mayoría de los mortales, que encuentran pareja y se arrejuntan y se casan y comen perdices como quien va a comprar churros.  Soy exigente, un pelín egocéntrica, una bomba emocional que pone a prueba a diario los nervios  y la paciencia de quien tenga a mi lado. Necesito dosis de inteligencia, de sentido del humor (que suele venir de la mano de la inteligencia), de cariño bien dosificado, de independencia, de sexo y morbo llevados con ingenio –empiezo a ver un patrón aquí- de gente con agallas que sepa enfrentarse a los problemas de la vida y no esconda la cabeza bajo tierra cuando las cosas se tuercen y locura, sobre todo locura. Me llama lo turbio; así me va.

La cuestión es que (no me quiero enrollar) como novia seré un desastre, pero como ex-novia soy la hostia. Porque cuando mis relaciones se terminan, se terminan de verdad. Paso página y llevo mi duelo con elegancia, carisma, un saber estar impresionante... y me voy. Duele, por supuesto. Pero si algo caracteriza a la perfecta ex-novia es el no insistir en algo que no tiene sentido.

Es de primero de rupturas: al lugar donde fuiste feliz no debieras volver, que dijo Sabina. Y ya ni te cuento si no fuiste feliz siquiera… No más whatsapps, no más e-mails, no más llamadas, no más mensajes por Facebook. No hay que volver la vista atrás ni insistirles como una llorona desesperada y pesada. No, Adele, no está bien llamar dos años después ni viene a cuento de nada por mucho que te expliques durante veinte canciones iguales, como bien dice la gran Molinos en su post. Que luego me llamáis mala a mí, pero lo tuyo es crueldad y perrodelhortelanismo.

Y podréis pensar que lo de dar un portazo y olvidar su nombre, su cara, su casa y pegar la vuelta lo hago por mí, que me quiero mucho y voy de digna. Y no, eh. Yo soy altruista y un amor y en realidad lo hago todo por mis ex: se merecen ser felices con otra persona. Alguien que no les dé problemas, con quien no tengan que esforzarse ni sacar lo mejor de ellos mismos. Alguien que no les suponga ningún tipo de reto ni les haga crecer o evolucionar. Que no les haga plantearse que igual no son tan buenos ni tan listos ni tan especiales como creen. Una mujer dócil, simple, entrañable, tiernita,  femenina, razonable. Sincera pero sólo lo justo. Sexy, pero no guarrilla. Divertida, pero no zumbada.

A mí es que me gusta estar zumbada y tampoco pasa nada si me quedo sola, qué le vamos a hacer. De hecho auguro para mi mismidad una buena temporadita de soltería bien aprovechada, de la que enriquece además de cocer.

Así que nada, resumiendo. Que como estoy zumbada pero además soy un amor, a todos esos que un día me rompieron el corazón les deseo lo mejor y toda la felicidad del mundo: que les den mucho por culo, pero que les guste.