22 junio 2011

Como tú.

Es curioso. Hay gente que me tacha de fría. Personas que piensan que (puede que tengan razón, no digo que no) me cuesta mucho expresar cariño, confianza, complicidad. 

Soy demasiado parca en palabras de afecto. Mea culpa.
Pero cuando sale de mi boca un "eres importante para mí", puedes estar seguro de que es real. Jamás exagero mis frases, ni las adorno, ni las endulzo. Así lo digo, así lo siento.

Y aunque mis sentimientos cambien, evolucionen o simplemente echen a caminar por un sendero distinto, jamás cargaré a mis espaldas mil promesas vacías que nunca cumplí o frases emotivas que no llegaron jamás  a ser auténticas.
Como hiciste tú. 

03 junio 2011

Piezas

No sé dónde la había metido. Es más, ni siquiera fui jamás consciente de que faltaba una; era como si todo encajase en mi vida y mi cuerpo y yo no sintiese la necesidad de pararme a echarla en falta.
Supongo que es como el frío... que te cala los huesos y se acomoda con fuerza tan adentro que, cuanto más y más lo sufres, menos lo sientes. Yo sufrí tantos años su carencia que acabé por no sufrir.

Creo que me la dejé olvidada en el bolsillo de mi chaqueta blanca: aquella tan bonita que tantos piropos me consiguió un verano, hace algunos años.
O igual (ahora que lo pienso) se me cayó mientras me cepillaba enérgicamente el pelo canturreando algo alegre cualquier mañana, que ya sabemos esa manía que tengo de ir dando saltitos por la vida como si fuese un fraggel.

La cuestión es que me he pasado mucho tiempo viviendo sin una piezza del puzzle. Así, como suena. Lo sé, lo sé, tan orgullosa para algunas cosas y tan desastre para otras. Me he paseado por el mundo incompleta, con ese huequecito ahí en medio en el que se adivina una pieza  que no está.

Lo más curioso es que no me ha dolido nunca, ni siquiera he sentido molestia alguna incluso cuando fui  consciente de que estaba inacabada. Y digo estaba, claro, porque hoy abriste tu mano y me mostraste ese pequeño pedacito de cartón que tenías en tu palma y que yo, rápidamente, reconocí como mío.

No nos hizo falta hablar. Me la colocaste con una sonrisa, tan delicadamente que sentí como si me acariciases el alma desde dentro... y entonces lo comprendí todo.