28 febrero 2009

VERDE Y BLANCA!!!

Hoy, queridos lectores de mi blós y para romper con el halo melancólico y triste del último post, vengo para cantar con orgullo y satisfacción el himno de mi tierra.
Porque hoy es el día de los que comen gazpacho en verano. De los que se acuerdan con una sonrisa de la feria pasada. De los que saben a qué huelen las biznagas y las damas de noche. De los que reniegan del aceite de oliva de todo a cien. De aquellos que han visto los atardeceres más hermosos y los pueblos más blancos...

Vosotros, andaluces exiliados y guiris, como yo. Vosotros que ahora mismo leéis este post con una sonrisa en los labios: cantad conmigo y con ella, la más grande.

Porque hoy es nuestro día.



27 febrero 2009

Donde nos llevó la imaginación...

Las casas son sólo casas. Edificios de ladrillo y cemento, bloques de alquitrán en los que guardamos nuestros bienes materiales y recuerdos.


Recuerdo aquellas tardes de verano sentada sobre tu pecho en el sofá del salón, mientras todos los demás dormían la siesta y nosotros estábamos muy lejos de allí, en pantanos repletos de zombis y parques de atracciones a los que algún día me llevarías.


Madurar supone ser consciente de lo que en realidad importa, de lo que sólo significa algo superficial en nuestra vida y que jamás debe quitarnos el sueño. Es ser feliz con el dia a día, disfrutar los pequeños momentos y dejar atrás el pasado para encarar el futuro con entereza...
No sirve de nada apenarse por cosas que son, que están, que no pueden remediarse. No podemos vagar por el mundo lamentándonos por lo que perdimos o lo que ya no existe.


Eras importante para mí. Lo más parecido a un hermano que nunca tuve, supongo. Y lo sabías. Siempre lo supiste, porque crecimos juntos y aprendiste a leer en mis ojos brillantes y mis carcajadas limpias, igual que yo sabía que en el fondo, aunque tratases de parecer un chico duro, me querías.


Las cosas cambian y la vida da muchas vueltas, por lo que era inevitable que el tiempo girase nuestros rumbos y éstos dejasen de ser paralelos para ser perpendiculares. Aquella casa que un día fue nuestro universo particular, con el paso de los años perdió toda su magia y empezó a mostrar sus ladrillos y tabiques, su verdadera naturaleza terrenal. Allí donde yo empecé a escribir cuentos (sentada en la terraza desde donde podía ver el mar) ahora ya no queda nada de aquel brillo ni murmullo de hadas que lo envolvía todo cuando era pequeña, ni tampoco podría encontrar aunque lo pretendiese rastro de aquellas voces que guiaron mis primeros pasos.


Ella, siempre alegre y risueña.
Ella, con aquella mirada y gestos que cada mañana descubro en mi reflejo del baño.
Ella, que soy yo y que jamás podría desaparecer de mi memoria, y seguro que tampoco de la tuya.

Y él... que provoca en mi interior una marea de emociones contradictorias cuando le recuerdo. Como si tuviese en mi mente dos personas iguales con el mismo nombre, ya sabes a qué me refiero.
Él, que me enseñó a reirme de mí misma cuando más lo necesitaba. Que me demostró lo que es ser un verdadero caballero y lo que es amar de verdad.



La gente se empeña en darle valor a los bienes materiales, a los lugares que significan algo para cada persona. Pero lo que verdaderamente importa es lo que somos, en lo que nos hemos convertido. Hacia dónde estamos caminando día a día, paso a paso... y por eso no debo estar triste. Soy bastante afortunada y además me gusta mucho verte feliz hoy por hoy. Desde luego el destino se ha portado bien con nosotros, ¿no crees?



Te echo de menos, aunque no te lo creas porque no te lo haya dicho nunca.
Echaré mucho de menos aquella maldita casa donde pasé algunos de los mejores momentos de mi vida, a pesar de que ya no sirviese de nada seguirla conservando.
Porque sin ella no me queda ninguna prueba física de que exististe, de que estuviste ahí... y me tendré que conformar con mis recuerdos, que a veces me engañan y además son sólo míos. ¿Y si tú no te acuerdas? ¿Y si, ahora que vendísteis la casa, también desaparece aquel sofá de tu memoria?


No sirve de nada derramar lágrimas. Pasemos página, que son dos días y además hoy hace sol.











-¿Me cuentas una historia de miedo?

-No, que eres una enana cagueta y luego te chivas a mamá...

25 febrero 2009

Ella y él.

Ella componía canciones; componía ritmos malditos con su guitarra en las tardes de lluvia, cuando los cristales del ventanal de su dormitorio se perlaban y mostraban un mundo ahumado y amargo.
No conocía el la menor, ni las corcheas, ni entendía por qué había que sostener las notas cuando trataba de darle música a sus ideas... pero cada tarde de otoño se ponía a tocar y su mente volaba hasta otros lugares, de seguro más hermosos y menos grises.

Él escuchaba la música mientras chateaba en irc. Una vez creyó verla por entre las cortinas del dormitorio del piso de al lado, sentada en la alfombra. Tenía el flequillo largo y brillante resbalándole por el rostro, y sus manos casi acariciaban las cuerdas de aquella vieja guitarra que tantos ocasos les había acompañado a ambos, sin saberlo.
Dejó de teclear para observarla por unos minutos: todo lo demás dejó de existir. Y así fue como él comenzó a componer en secreto versos para ella, letras para sus canciones. Para él mismo.



Pasó el otoño, luego el invierno, y en una mañana de primavera ambos se encontraron en el ascensor. Él le mostró un poema, y ella lo cantó.
Por la tarde se sentaron sobre la hierba del jardín a ensayar con la guitarra, intercalando notas con sonrisas cómplices.


Y yo, que los observaba en silencio desde el piso de arriba, no volví a escuchar a la muchacha tocando canciones tristes en las tardes de lluvia ni me volví a encontrar con él en el irc, soñando con amores imposibles.

23 febrero 2009

Mira cómo bailo, mira cómo canto

En el piso donde vivo hay una ventana en cada habitación, incluído el baño. Para mí ésto es muy importante, casi esencial, porque debo ser una especie de margarita con rizos que sin luz se marchita...

Cada vez que voy a ducharme en mitad de mi ritual matutino diario, aún medio dormida y con olor a café en las manos, mi estado de ánimo para el resto del día se define mientras me seco con mi enorme toalla rosa y me peino la melena leonina desafiando a mi otra yo del espejo. Tengo más que comprobado ( en realidad hoy me he dado cuenta) que si el día se ha despertado soleado y algún rayito de sol rebelde se cuela por la ventana y me da en el rostro, dejo de ver el cepillo como un instrumento activador de autoestimas y empiezo a considerarlo el micrófono con el que inmediatamente paso a deleitar a mis vecinos con mi más animado repertorio de canciones Disney. Hoy sin ir más lejos hacía un sol radiante, y la vecina del octavo me ha hecho los coros en Yo voy a ser el Rey León. Casi puedo imaginármela moviendo el culo al ritmo de mis agudos...

Otras veces, si por el contrario está nublado o llueve y tengo que encender la luz del baño a las ocho de la mañana, sé que el resto del día lo pasaré entre suspiros, quejas y pensamientos grises.
En invierno casi nunca da el sol directamente en la fachada de mi piso, y esa es la razón por la que creo que en primavera o verano me levanto siempre de tan buen humor.






Hoy me he cruzado con mucha gente gruñona en el autobús. Supongo que ellos no tienen ventana en su cuarto de baño.

22 febrero 2009

Banda Sonora de mi vida

A veces creo que me estoy volviendo loca. Y es que en determinados momentos de mi día a día... escucho música.
Es como si la melodía entrase por mis ojos, por mi nariz, por las orejas... O quizá es que esté en mi cabeza, no sé.

Cuando estoy en el autobús camino del trabajo, en un atasco de coches y un batiburrillo de bocinas, gritos, quejas y humo, escucho Lord of the Dance. Me gusta imaginarme historias con la canción: al principio la música es angustiante, gris, turbia... y yo veo en mi mente a una pobre mujer encerrada en un patio, rodeada de fuentes y geranios y buscando la salida. De pronto, encuentra una verja oxidada justo cuando el semáforo se pone en verde y el autobús vuela; la mujer encuentra un caballo con el que empieza a galopar lejos de allí y la música cambia y se vuelve animada y optimista. Y justo en el momento en que veo Paseo de Gracia allá al fondo, la mujer de mi mente llega al mar.




Hay días en los que la jornada laboral me resulta lenta y aburrida, en la que mil melodías de Jazz y la voz de Norah Jones me acompañan entre descuadres de caja y documentos excel. Otras veces, cuando me encomiendan tareas interesantes y me paso la tarde ocupada, Cotton Eye Joe vuelve a hacerme sonreir y gritar "yeeeeeeha!" igual que cuando la escuchaba en las discotecas en 1995.



A las 20:00 vivo una regresión a mi pre-adolescencia, cuando me entusiasmaba la música de los Hombres-g y creía que David Summers sería el amor de mi vida. Recuerdo que cuando me preparaba para salir de "marcha" con los colegas siempre me ponía mi cinta favorita y me vestía dando botes por la casa a ritmo de Voy a Pasármelo Bien. Creo que ahora, algunas noches en las que apago las luces de la academia donde trabajo y cierro la puerta, (sobre todo los viernes) esa música vuelve a mi cabeza.



Hace un par de años, Al me dijo que cuando caminaba por la calle le gustaba ponerse en el ipod a Nine Inch Nails. Gracias a él descubrí Only, la canción que me viene siempre a la mente cuando descubro que me intentan tomar el pelo y me doy cuenta justo a tiempo. O cuando decido cortar por lo sano con una amistad de esas que duelen, nocivas. Only me.



Aún estamos en invierno y no soporto el frío, por eso cuando sale el sol y hace calorcillo no puedo evitar acordarme del verano, y de nuevo hay música en mi cabeza: We Loved. Creo que es la canción de sol y playa por excelencia... al menos en mis recuerdos :P


En fin, os dejo que es sábado y me toca barrer y limpiar, que ya me he columpiado bastante esta semana.
Uys...¿no lo oís? Callad un momento. ¿Véis? Que sí, que está sonando música...









¿Cual es la banda sonora de tu vida?

19 febrero 2009

Más vale prevenir

Una vez conocí a un chico, llamémosle Lucas, con el que solía salir a comer o tomar un café de vez en cuando.
Cierto día me sugirió ir a comer a un restaurante chino muy bueno al que él había estado yendo desde hacía ya varios años. Los tallarines, me dijo, estaban deliciosos.

Llegamos y nada más entrar por la puerta, un camarero exclamó: "¡Joseeeee!, hola, bienvenidos!". Yo me giré pensando que no hablaba con nosotros, pero efectivamente el camarero oriental se paró junto a mi amigo y empezaron a charlar animadamente acerca del clima, del precio del pescado, de la playa.
A los pocos minutos nos sentamos en la mejor mesa, junto al ventanal, y dos cocineras salieron a darnos la bienvenida con su mejor sonrisa y volviendo a llamar Jose a mi compañero...

Cuando por fin nos quedamos solos, le pregunté a Lucas si por alguna extraña razón me había mentido y en realidad se llamaba Jose, o si tenía un nombre compuesto... A lo que él me respondió:

-Qué va. Creo que cuando les dije mi nombre la primera vez que vine, hace ya años, me entendieron mal y se quedaron con el nombre de Jose. Antes me parecía divertido, y ahora ya me da corte decirles que no me llamo así...






A veces, supongo, todos cometemos el error de dejar pasar el tiempo creyendo que siempre tendremos la oportunidad de rectificar.
Pero, ¿y si no la hay?

16 febrero 2009

Meme: mis amores platónicos 2009

Mi amigo Al, siempre tan creativo y majo, me ha pedido que haga uno de esos memes simplones que tanto le gustan a él: hablaros de mis diez amores platónicos, como si de una adolescente de uniforme con tirantes me tratase.

Y bien, querido lector, sé que mi blog jamás fue un lugar simple, explícito y vulgar, sino que mi retórica refinada sólo es apta para paladares exquisitos y exigentes...
Pero qué diablos, me aburría y creo que es un buen tema para celebrar el pasado San Valentín :P
Así que, ladies and gentelmen, os presento a los amores platónicos rizosos:



Numer uán: Jude Law.
Desde que le vi hacer de Gigoló Joe en Inteligencia Artificial creo que nunca más diré que los ojos de alguien que no sea él son bonitos. Ains, qué mirada. Hey, Jude, que decían los Beatles.




Numer tú: Matthew McConaughey
A éste le perdono todo, hasta su ilegible apellido y que haya estado con la petarda de Pe. Y que conste que no son sus músculos los que me gustan, sino (ahora llamadme rara) cómo se mueve. Es taaan masculino :_)




Number zrí: Carlos Baute.
¿Habéis visto el video clís de este muchacho y Miss Sanchez? Yo antes de haberlo hecho creía que el chaval es guapete y que canta bien, pero ya está. Fue al ver cómo se movía en ese baile sensuarl con Marta cuando supe que algún día sería yo la que se marcaría un tango con él, aunque sea en mis sueños. No hay nada más sexy que un chico que sepa bailar y llevar a una mujer... en la pista de baile, no a la cama. (gorrinos)




Number For: Johny Deep.
Éste es el claro ejemplo de que lo que me mola de los tíos no es el musculosismo, sino el intelectualismo. Qué queréis que os diga, a mí los intelectuales me ponen. Un tío que sepa escribir, que me sorprenda con una charla elocuente o que sepa apreciar un poema me parece irresistible... y mi Johny lo tiene tó, hasta las gafas.





Number Faif: Brad Pitt.
Me conquistó con su papel en "Conoces a Joe Black?", y se ganó mi respeto con el Club de la Lucha. Era impensable dejarme fuera de la lista a un guapísimo que, encima, es buen actor.




Numer Six: Brendan Frasier.
Vale que ahora esté gordo y además sea un actor de pacotilla... pero yo es que lo vi en la Momia I con esos tirantes tan bien puestos y se me cayó tó. No lo puedo remediar, me gustan los hombres muy masculinos y esas quijadas me vuelven loquita.




Number seven: David Conrad.
Mira que soy cagueta, coñe. Pues todos los domingos me trago Entre Fantasmas sólo para ver cómo este policía se pasea por mi televisión...




Number eigt: Gary Dourdan.
Yo me dejaría asesinar sólo para que este buen mozo viniese a buscar las epiteliales por mi cuerpo... :P Qué cosa más guapa, leñe. ¡Y qué sonrisón!




Number nain: Paul Newman.
Y aunque no le tocase estar en los wenorros 2009, no se podía quedar fuera. Porque fue el guapo entre los guapos, y seguro que sigue levantando pasiones ahí donde esté.



Number ten: Al.
Lo pongo aquí para que se fastidie, por haberme pasado este meme. Y así además os dejo el enlace a su top ten de chorbas, que sin duda hará las delicias de los lectores de mi blog.


Ale, y con éstos y un bizcocho me voy pa la cama, que mañana madrugo para ir a inglés.
¡Muás!

09 febrero 2009

Estupideces que hago de vez en cuando

Mirar a los ojos de quien va detrás de mí cuando voy caminando por la calle, creyendo que si es un ladrón o un asesino se sentirá coartado por mi mirada y huirá.

Lanzarme a comerme una patata frita justo cuando me ponen el paquetito en la bandeja en el McDonalds, sabiendo que todavía queman y que, además, faltan dos minutos para mi McPollo.

Pagar con un billete teniendo monedas de sobra.

Volver a leer algunos blogs que juré que nunca volvería.

Morderme las uñas en el cine como cuando tenía 15 años.

Pedirle perdón al perchero cuando me choco sin querer.

Mirarme treinta veces en el espejo del ascensor, para ver si me puse bien el pintalabios.

Saludar a alguien dos veces en una misma tarde.

Saludar a alguien dos veces en una misma hora, si es lunes.

Dibujar hermosos paisajes costeros en las servilletas de los bares, deseando estar allí.

Hablarle a mi reflejo en el espejo del baño cuando me siento sola. Y a mis peluches, y a mis plantas.

Ponerle nombre a todo, incluso a mi bolígrafo del trabajo.

Meterme siempre en el probador del fondo en las tiendas, como si allí mi intimidad fuese mayor.

Lanzarle besos a las fotos de mi perro.

Echar de menos una esquina de la cocina de la casa de mis padres donde siempre me sentaba de pequeña mientras mamá preparaba la comida.

Tocar las cosas aunque sepa pinchen/quemen/duelan. También aplicable a las personas.

Hacer fotos absurdas por si algún día me vienen bien para ilustrar cualquier posible post tonto de mi blog.

Pensar que hay gente que verdaderamente valora el interior, y no el envoltorio.

Creer que mi blog algún día será famoso sin poner ni un solo video mío enseñando cacha, leyendo poemas o cantando.

08 febrero 2009

De visitas fugaces y esperadas

Este finde mis colegas de Málaga han venido a verme.
Sobra decir que me lo he pasado como una enana en una feria...


Gracias, chicos.

06 febrero 2009

Cuando la noche languidece...

Cuando me mudé a Barcelona empecé a compartir piso muy cerca de la Sagrada Familia.
Cada noche, volviendo a casa del curro, tenía que recorrer el intercambio de líneas entre el metro lila y el azul, y justo en medio del pasillo por el que suben las escaleras mecánicas siempre había un negro tocando la trompeta.
Tocaba la misma melodía una y otra vez, aunque las primeras noches que me cruzaba con sus ojos enormes y sus zapatos de baile me costaba reconocer de qué canción se trataba. Supongo que ni él mismo conocía la música que interpretaba, puesto que las notas desfilaban todas juntas sin ritmos ni tiempos entre ellas. A veces alargaba una nota, a veces casi se las comía, por lo que deduje que se había aprendido la partitura de memoria sin tener ni idea de solfeo.

Una noche en la que llegaba yo más cansada de lo normal, me detuve un minuto a leer un cartel del andén que me llamó la atención. Y allí estaba el negro de la trompeta, inundando la estación con su incansable melodía habitual y sus brillantes ojos sonriendo bajo el ala del sombrero.
Me caía bien, ya que a pesar de no ser un músico brillante (o precisamente por eso, quién sabe) me parecía entrañable por alguna extraña razón. Me gustaba su forma de vestir, siempre con gabardina y sombrero, siempre galán. Sus zapatos impecables, brillantes, y sobre la funda de su trompeta descansaba cada ocaso un pañuelo de seda rojo con algunas letras bordadas a mano que nunca llegué a distinguir.

Pues bien, aquella noche en la que yo dedidí pararme unos minutos y descansar junto al cartel, observándole, un chico cargado con una mochila se detuvo también a su lado y sonrió. Era como si él sí que hubiese reconocido la canción que tocaba el trompetista, y parecía feliz de escucharla.
Dejó entonces la mochila en el suelo, junto al pañuelo de seda rojo, la abrió y sacó la funda de un clarinete.
El negro dejó de tocar (todos se giraron para mirar qué sudecía, ya que no estaban acostumbrados al silencio en aquella estación) y empezó a intercambiar palabras con el muchacho del clarinete mientras el chico le señalaba la partitura y le daba explicaciones con las manos.

Al cabo de dos minutos, con los ojos muy abiertos y sonrisa tímida, mi amigo el trompetista se sentó en un escalón mientras el chaval del clarinete se acercaba al micrófono de pie y empezaba a tocar. Pasaba del resto del mundo, pero de vez en cuando miraba de reojo al negro para cerciorarse de que estaba atento, de que comprendía.
Y vaya si estaba atento... Creo que no he visto una mirada tan enorme como aquella.

Se despidieron cinco minutos después, con un apretón de manos y un movimiento de sombrero. El chico, que no debía tener más de veinte años, siguió su camino escaleras arriba y el trompetista volvió a situarse en mitad del pasillo. Me miró, consciente de que había sido testigo de aquel mágico momento, y me guiñó un ojo justo antes de seguir tocando... aunque ahora su canción sonaba algo diferente.


Y así fue como por fin descubrí cuál era la canción que había estado escuchando noche tras noche a la vuelta del trabajo: Moliendo Café.












A veces el arte aparece en los lugares más insospechados...

04 febrero 2009

Ciudad de nómadas

Alguien me dijo una vez que ojalá todo me fuese bien aquí, en Barcelona, porque la ciudad podía ser muy perra. Que ojalá no tuviese que encontrarme con su cara más oscura...

Y bueno, ya llevo más de un año aquí. He pasado épocas buenas y épocas malas, y por supuesto me he chocado de bruces con lo peor de esta gran Metrópoli.
Pero Barcelona no es perra. Barcelona es exigente.
A veces creo que se parece un poco al colegio en el que me crié durante mi infancia: estricta. Las cosas hay que currárselas, hay que moverse, hay que luchar. Hay que dejar de quejarse por todo y salir a la calle a buscarse la vida. Aquí no hay regalos, ni mentiras, ni nadie que te inunde el oído de palabras dulces y tiernas.

Barcelona me ha enseñado a ser más fuerte. Es curioso cómo las personas que han nacido y crecido aquí no son conscientes de lo diferente que es la vida en ciudades más pequeñas. Si lo comparo con Málaga, por ejemplo, es fácil descubrir que lo difícil aquí no es encontrar trabajo, por ejemplo. Aquí hay trabajo a puñados; mil oportunidades diferentes. Lo difícil es mantenerse, prosperar, subsistir. Aquí más que en ningún sitio se aplica la ley del pez más grande y fuerte.
En Málaga, cuando encuentras algo... es fácil que sea para siempre, si tú quieres.

Barcelona es una ciudad de nómadas. Durante los catorce meses que la conozco, he visto acoger en su seno a miles de personas de paso. Gente que cree que viene para quedarse, pero que se va. Gente que asoma la cabeza, entra con timidez, disfruta y se divierte y que cuando ya las cosas se ponen complicadas, busca otro sitio.

Yo quiero quedarme. Más que nada porque creo que, por fin, lo he comprendido todo. Quizá porque después de trece años en el colegio de monjas he aprendido la lección: los mayores esfuerzos conllevan las mejores satisfacciones. Y al igual que yo aprobé selectividad sin problema alguno después de haber estudiado tanto en mi adolescencia, Barcelona ahora comienza a aparecer más bonita ante mis ojos.
He aprendido que cuando consigues valorar lo que tienes, dejar de lamentarte por todo, administrar tu escaso sueldo y apañártelas para sonreirle a la vida, esta ciudad puede ser increíble.

Porque Barcelona no es sólo la Sagrada Familia y la torre Agbar. Ni el Tibidabo, ni Monjuic, ni Gaudí, ni las Ramblas.
Barcelona es el hogar de gente internacional, culta, alegre y optimista. Gente que vino una vez buscando su sitio, y que lo encuentra aquí porque ella es la mejor de las anfitrionas.
Barcelona me dio mil oportunidades cuando yo estaba perdida, y aún hoy sigue recordándome que aquí el esfuerzo se valora con creces.
Barcelona es la ciudad del mar, de los atardeceres hermosos, de los rincones mágicos y de los jardines encantados.


Y además ahora, por fin... Barcelona también soy yo.

02 febrero 2009

Ellos nunca lo harían

Queridos lectores de mi blós. Hoy os necesito más que nunca, y es que vengo a compartir con vosotros una de mis preocupaciones: no paro de escuchar que el bulldog francés es un perro feo.
Y eso me duele en el alma, me hace cerrar los puños con rabia porque creo que es mi perro ideal y que algún día tendré uno... Será por esas orejotas gigantes con las que me identifico, o esos morrillos chatos y tiennos que me derriten.

Por eso creo desde ahora la plataforma

EL BULLDOG FRANCÉS NO ES UN GREMLIN.

Si estás interesado en colaborar y quieres unirte a la causa, nos vemos en los comentarios.

Porque ellos lo necesitan.
Porque son perros como tú y como yo.
Porque sus orejotas están cansadas de escuchar insultos y mofas.
Porque ellos también nos ven feos a nosotros, pero nos quieren.

Por mí.
Por ti, que tienes más arrugas y pelo en el culo que él.

Ea.